¡Bienvenidos, queridos lectores y lectoras! Hoy nos sumergiremos en el fascinante mundo de la Lectura Enriquecedora y las metáforas en Internet, esas pequeñas joyas que nos brindan una nueva perspectiva de la vida y nos hacen reflexionar.
Para ilustrar este tema de una manera, nos adentraremos en la historia del niño que despide a su perro con el veterinario y le explica desde su perspectiva "porque los perros viven poco".
¡Prepárense para un viaje lleno de enseñanzas!
Siendo yo médico veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 12 años de edad llamado Boky. Los dueños del perro: Ton, su esposa Linda y su pequeño Tommy, estaban muy apegados a Boky y esperaban un milagro.
Examiné a Boky y descubrí que se estaba muriendo de cáncer. Dije a su familia que no podíamos hacer nada más por él y me ofrecí para llevar a cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.
Hicimos los arreglos necesarios; Ton y Linda dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años observara el suceso. Sintieron que podría aprender algo de esa dolorosa experiencia.
Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Boky fue rodeado por la familia. El niño se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez y yo me preguntaba si él comprendería lo que estaba pasando. En unos cuantos minutos Boky se quedó dormido pacíficamente para ya no despertar.
Tommy pareció aceptar la situación de su compañero de vida Boky con tranquilidad
Nos sentamos todos por un momento preguntándonos el por qué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos.
El niño, que había estado escuchando nuestra conversación atentamente, dijo: – «Yo sé por qué».
Todos, sorpresivamente, nos dimos vuelta y lo miramos.
No me esperaba una explicación más reconfortante que ésta, lo que dijo a continuación fue lo más maravilloso que había escuchado en mi vida:
<<La gente viene al mundo para aprender cómo vivir una buena vida, cómo ser feliz, como amar a los demás y ser buenas personas.. ¿no es cierto?…Bueno, como los perros ya saben hacer todo eso, no tienen que quedarse tanto tiempo como nosotros.>>
Esta historia nos muestra una gran enseñanza, detrás de la aparente tristeza de esta metáfora.
Analicémoslo así; si un perro fuera tu maestro, que cosas aprenderías e imitarías para dar y recibir felicidad:
- Cuando tus seres queridos lleguen a casa, siempre corre a saludarlos.
- Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
- Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea un éxtasis.
- Duerme la siesta.
- Estírate antes de levantarte.
- Corre, salta y juega todos los días.
- Mejora tu atención y deja que los tuyos te toquen y acaricien.
- Evita morder; un simple gruñido sería suficiente.
- En días de sol, acuéstate de espaldas en el pasto.
- Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate a la sombra de un árbol.
- Cuando estés feliz, baila.
- Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
- Sé leal.
- Nunca pretendas ser algo que no eres.
- Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
- Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazle sentir que estás ahí.
Tal vez, es por esto que los perros tenga más amigos que las personas. Ellos mueven más su cola que la lengua.
Esta metáfora nos recuerda que la vida es efímera y que debemos aprovechar cada momento con aquellos que amamos.
Aunque los perros puedan tener vidas más cortas que las nuestras, no debemos permitir que eso nos impida disfrutar de su compañía y amor incondicional. Además, nos enseña a lidiar con la pérdida ya encontrar consuelo en los recuerdos felices que nos abandonaron nuestros seres queridos, ya sean personas o mascotas.
Así que, queridos lectores y lectoras, aprendamos a valorar cada momento y cada relación que tenemos en nuestras vidas.