APRENDER A AYUDAR
De pequeña, solía pensar que ayudar a la gente solo podía ser con actos heroicos y grandes, guiada quizás por la televisión y fantasías infantiles.
Y que de inmediato se notarían espectaculares resultados en la vida de las personas a las que les tocara mi magia (lo que habla de lo mucho que secretamente queremos reconocimiento al hacer algo por los demás). Me ha tomado unos cortos 28 años ver qué nada más alejado de la realidad en cuanto a verdaderamente hacer algo por el mundo.
Es ayudar verdaderamente desinteresado?
Como se volvió entonces, mi sueño, el trabajo humanitario, estudié medicina y estudié francés para llenar los requisitos de una organización sin fines de lucro que lleva atención médica a zonas vulnerables y en riesgo, me empapé en remedios naturales para trabajar en sitios sin recursos, e hice de esto mi meta y mi visión. Pero me salte un detalle…
Por qué seguía empeñada en que tenía que ser con esta organización que podía ayudar en masa? Por qué apliqué (y fui rechazada), a sus misiones médicas, 2 veces antes de decidir emigrar? Por qué no veía que mis compatriotas ya necesitaban mi ayuda y mis conocimientos? Puede la ayuda ser egoísta?
Durante mis prácticas, ya vivía en un país que se caía a pedazos bajo el yugo del comunismo, ya había zonas vulnerables, ya había pacientes a los que no llegaba la atención médica, y ya los hospitales estaban copados de gente pobre y desesperada (y eso hace unos años… Ahorita no les tengo ni que contar la crisis de salud venezolana)
Ayudar al otro es ayudarte a ti
Con el tiempo, la vida te va dando lecciones de humildad, y estas mismas son las que enseñan que todo pasó exactamente cómo tenía que pasar, y que de hecho, esa era la única opción posible.
Como agente de call center, aprendí que a veces la gente solo quiere que la escuchen unos minutos, nada más. Que los clientes que parecen más molestos y quejones en realidad tienen una carga enorme de problemas y responsabilidades que no saben manejar.
Como médico en un país que no es el propio, solo consolide lo que ya sabía: que en realidad la ayuda viene en todas las presentaciones, y un gesto muy pequeño puede significar el mundo para alguien que lo necesita. Y esto, aplicado a todos los campos de mi vida.
Como mesera, aprendí que aliviando las tareas de tu compañeros sí tienes tiempo y fuerzas, puedes ver su cara de felicidad al mostrarte que alcanzó a llegar a la graduación de su hijo.
Que a la indigente que pasó pidiendo no le importa que el pan medio duro que tus jefes iban a botar sea de hace 2 días. Que una sonrisa le puede hacer el día mejor a un extraño. (Y a no dar "papaya" dando direcciones que no te sabes bien, porque puede ser un ratero que te quería distraer. Fuera de Venezuela también atracan!)
Cada detalle cuenta
No importa en qué momento seas útil, ni si generas un cambio importante, ni siquiera si no crees por completo en la honestidad de la persona (o perrito callejero) a la que le tiendes la mano: solo tiene el que da. Si tienes la oportunidad de ayudar, con lo más pequeño, desde donde estás, créeme que vale la pena.
La recompensa es el sentido de gratitud porque puedes hacerlo. Porque la bondad que hace un rato te sobraba, falta en el mundo. Porque incluso una palabra de comprensión a quien siente que no puede vivir un día más y no lo dice, puede cambiar por completo su ánimo. Porque no se trata de dinero, ni de tiempo, ni de quien se sacrifica más… Se trata de una intención con efecto, de que cada cosa que hagas se sienta como lo más importante que puedes hacer.